12/7/2013
Por Joaquín Gil
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Decenas de familias atribuyen su ruina a los manejos de un controvertido
prestamista investigado en una decena de Juzgados por estafa
Préstamo
entre particulares. Sin bancos. Urgente. Seguro. Al albañil en paro Luis Ángel
Oviedo le faltaron segundos para morder el señuelo de Internet. Necesitaba con
apremio enviar dinero a sus padres en Colombia. Y tocó a la puerta de un
crédito privado exprés. Fue el pasado año. Le dieron 2.200 euros y seis meses
después ya debía 11.000. ¿Usura? “No, estafa”,zanja nervioso. Junto
a él, asiente apostado en un banco del centro de Madrid el profesor de
autoescuela Miguel Ángel Arriero, de 57 años. Pidió 18.000 euros, que mutaron
en 40.000 medio año después. Los dos se asoman al abismo de perder sus
propiedades. Y culpan de su desdicha a Antonio Arroyo Arroyo, emperador del
préstamo fácil, un controvertido exsubastero que navega por un sector legal que
desde 2011 concentra 413 empresas, 80 intermediarios y una sola sanción, según
el Instituto Nacional de Consumo (INC).
Oviedo
y Arriero cayeron en la trampa de la desesperación. Picaron en un sofisticado
timo perpetrado presuntamente por una maraña empresarial dedicada desde hace
una década a conceder préstamos trampa, créditos rápidos que cebaban una pelota
financiera con idéntico desenlace: la pérdida de una propiedad. La policía
sitúa a Arroyo en el vértice de un alambicado engranaje de sociedades. El
prestamista, sin condenas firmes, está siendo investigado por más de una decena
de juzgados de instrucción de Madrid. Y acumula medio centenar de denuncias en
España, según el abogado de las víctimas, Carlos
Javier Galán.
Bajo
el señuelo del dinero exprés, el entramado de Arroyo garantiza al angustiado la
cantidad rechazada antes por bancos y financieras por carecer de nómina o
figurar en una lista de morosos. Exige el aval de una propiedad. Cuando se pisa
la notaría, todo cambia. Se obliga a firmar unas letras de cambio que
multiplican la cantidad recibida y vencen a los seis meses, según la policía.
Nada que ver con el tipo del 8% prometido. Resultado: se activa la maquinaria
de los intereses de demora (29%), que dispara la deuda y precipita el embargo,
según la investigación.
Este
fue el patrón que, presuntamente, siguió la red para apropiarse de la vivienda
de un toxicómano madrileño que recurrió al prestamista en 2011 empujado por la
necesidad química. Le dejaron 40.000 euros con la condición de que debía
reconocer ante notario que recibía 69.000 en forma de dos letras de cambio.
Desenlace: una deuda de 103.000 euros y el riesgo de que vuele un piso de 303.000.
Su subasta se ha congelado hasta que los tribunales resuelvan si fue una burda
estafa.
Un
respiro que no tendrá Concepción Truchado, de 61 años, que llamó al dinero
exprés para ir más desahogada tras fallecer su marido. La desempleada, que no
logra controlar las lágrimas, reside en casa de unos amigos. No quiere
presenciar la secuencia del desahucio de su vivienda en Madrid. Dice que firmó
ante notario que recibía 62.000 euros y que nunca vio el dinero. Sostiene que
el intermediario salió corriendo con dos cheques al portador y un sobre en
metálico tras bajar de la notaría. En su banco le dijeron: “Concepción,
te han estafado”. Se arremanga ahora para el combate legal contra
Arroyo, que supuestamente siempre acaba con los derechos de los préstamos que
en teoría otorgan sus colaboradores. A Concepción le reclama 134.000 euros. Su
situación le ha condenado a un tratamiento psiquiátrico y tranquilizantes.
Bajo
el salvoconducto de presentarse como un extrabajador del Fondo de Garantía de
Depósitos (FGD), un organismo vinculado al Banco de España dedicado a
garantizar la solvencia de las entidades, el jienense Arroyo, de 59 años, se
subió al ascensor del éxito. En el hermético círculo de los subasteros
madrileños fue conocido después como El Patadas por su
vehemencia. Rozó el Olimpo a golpe de puja. Ninguna propiedad de los juzgados
se resistía a este hombre frío como el acero al que no se le conocen grandes
amigos y decía ante terceros que era perito mercantil. Se revestía como un tipo
hecho a sí mismo y bien conectado con un adinerado inversor de Valdemoro, según
una fuente que le trató en 2005 y resume así su capacidad: “Es más
listo que las ratas”.
Controla
la jerga del dinero como el más bravío de los ventajistas del mercado. “Si
dejas una cartera encima de la mesa, se lleva la mesa y la cartera”, sentencia
un ex socio. Hasta la Policía Nacional reconoce su astucia. “Es hábil,
domina los engranajes financieros", añade Julio Martínez,
inspector de la comisaría de Aravaca, donde el pasado año aterrizaron 14
denuncias contra el prestamista, que ha sido arrestado en tres ocasiones desde
2008 por blanqueo de capitales, estafa y falsificación de documentos.
Fue
un revoltijo de avidez y oportunidad lo que catapultó a Arroyo al oficio del
dinero a tocateja. Coincidió con la generalización a partir de 2001 de la
segunda hipoteca, aquella que grava un bien ya cargado. El sector navegaba
entonces por la orgía inmobiliaria. El empresario, que reside en el barrio
madrileño de Prosperidad, se erigió durante la fiesta en uno de los principales
prestamistas de capital privado. Unos 600 créditos al mes. Levantó un entramado
de una treintena de empresas que acumula ya 45 propiedades y un centenar de
derechos de hipoteca en España, según el registro. Su patrimonio se completa
con 150 derechos de hipotecas inscritos a su nombre.
Trazó
un esquema de empresa familiar. En él figuran su hija y su actual pareja.
Recurrió al capital de terceros con el señuelo de que el suyo era un negocio
seguro. Siempre se ganaba.“No quiere que se paguen los créditos. Así corren
los intereses de demora”, apunta un ex inversor del empresario que
dice estar amenazado de muerte por su entorno familiar. De intimidaciones, en
este caso telefónicas, guarda una anécdota la abogada sevillana Mar Moya.“Me
dijo que me iba a cortar el cuello cuando le pedí información sobre mi cliente
estafado”,recuerda la letrada. Arroyo fue condenado a pagar 120 euros de
multa por la letal advertencia. Entre calculados silencios, una fuente que se
arma para la cruzada jurídica contra el emperador del dinero exprés define así
su legado: “Ha buscado la muerte económica a miles de familias”.
El
protagonista de esta historia, tras dos semanas de promesas telefónicas, ha
declinado una entrevista cara a cara con EL PAÍS. El próximo día 16 no podrá
fallar. Declarará como imputado por estafa en el Juzgado de Instrucción número
47 de Madrid.
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